miércoles, 19 de noviembre de 2014

25 de noviembre. NI VÍCTIMAS NI SUMISAS: MUJERES COMBATIVAS

EL PRÓXIMO 25 DE NOVIEMBRE LA MAREA VIOLETA SALDRÁ A LA CALLE A PROTESTAR CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO. PRIMERO HAREMOS UN TALLER SOBRE MICROMACHISMOS EN LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS DE CÁDIZ, PORQUE LA VIOLENCIA DE GÉNERO NO SOLO ES FÍSICA, HAY VIOLENCIA PSICOLÓGICA, VERBAL, SISTÉMICA, QUE ES NECESARIO ANALIZAR Y ERRADICAR.

Y A LAS 19.30 NOS UNIREMOS A LA MANIFESTACIÓN CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO. OS ESPERAMOS A LAS 19.30 EN LA PLAZA DEL PALILLERO, LUGAR DONDE SE LEERÁN LOS MANIFIESTOS.

NI UNA AGRESIÓN MÁS.
ANTE LA DUDA, TÚ LA VIUDA.


MANIFIESTO:

 Hoy martes 25 de Noviembre se celebra el Día Internacional contra la Violencia de Género, desde la Marea Violeta Cádiz, queremos manifestar que:
En este día no solo tenemos que pensar en la violencia de pareja, que engloba tanto la física como la psicológica. Esto solo es un agravante más de la larga lista de opresiones que sufrimos. El término violencia de género enmascara la opresión generalizada ejercida por la sociedad hacia la mujer, una
violencia que está marcada por el patriarcado, es decir, instaurada en los Gobiernos, aceptada socialmente, anclada en nuestras culturas, en nuestro lenguaje y en los micromachismos que sufrimos día a día.

Sufrimos violencia en nuestras aulas con los comentarios machistas de nuestros compañeros, la sufrimos en nuestro trabajo cuando nosotras cobramos un 22,5% menos por hacer lo mismo y se nos dificulta ascender en nuestra carrera profesional, en los despidos por embarazo, en la publicidad que nos exhibe como objetos sexuales...

En el contexto de crisis actual, también aprovechan para atacar los derechos de la mujer. Intentos como el del exministro Gallardón de impedir la soberanía de nuestros cuerpos con su reforma de la ley del aborto. En este caso hemos conseguido la victoria: echar atrás esta ley retrógrada que volvía a una
situación peor que hace 30 años. Pero no nos conformamos con eso, tras la retirada de esta reforma, exigimos también la retirada de la ley del PSOE, porque queremos un aborto libre, gratuito y en la sanidad pública. Basta ya de concesiones a clínicas privadas que se hacen de oro a costa de nuestros
cuerpos.

Para erradicar la violencia contra las mujeres, tenemos que ir a la raíz del problema, a la base de un sistema económico capitalista y social podrido que se alía con el patriarcado para obtener más beneficios. La desigualdad entre hombres y mujeres sirve a los intereses del capital: crea, reproduce y legitima la
violencia estructural que sufrimos.

En lo que va de año han sido asesinadas 44 mujeres por violencia de género, el 60% a manos de sus parejas. De ellas el 30% había denunciado, 8 de ellas tenían medidas de protección, que vemos que no fueron ni son suficientes. Esta violencia ha dejado en lo que va de año a 32 niños y niñas huérfanos. Estos datos obtenidos a través del Ministerio de Sanidad, no reflejan la realidad, pues solo reconocen como asesinatos por violencia de género aquellas que han muerto a manos de sus parejas o exparejas y
no tienen en cuenta a todas las mujeres que mueren por pobreza o desahuciadas...

¡Marea Violeta Cádiz queremos que la cifra de asesinatos llegue a CERO! Y las políticas que se implantan desde el Instituto Andaluz de la Mujer de Cádiz y la Fundación Municipal de la Mujer son insuficientes: exigimos
alternativas reales para las mujeres que están en situación de violencia de género
, que no tengan que depender de sus parejas o exparejas, sino que se les facilite un empleo para que se puedan independizar; que ejerzan más presión dentro del ayuntamiento para implantar políticas de igualdad y por la liberación de la mujer como sujeto oprimido; programas de educación con enfoque de género y una educación sexual escolar que vaya más allá de cómo poner un preservativo y que enseñe a los adolescentes a respetar sus cuerpos y el de sus parejas sexuales.

En situaciones de crisis se agudizan las desigualdades y con respecto a la violencia de género vemos que el machismo está más vivo que nunca cuando los primeros recortes se hacen en ayudas a la dependencia, ayudas a guarderías y comedores escolares, en anticonceptivos... Ahora más que nunca es necesario visibilizar las luchas de las mujeres en las calles, porque estamos hartas de esta violencia, de ser tratadas como inferiores.

Mientras haya una mujer despedida por quedarse embarazada, mientras haya una violación o una relación sexual no consentida, mientras en la escuela se enseñe diferente a niños y niñas, mientras haya una sola mujer discriminada seguiremos luchando y resistiendo por defender nuestros derechos.
Tras décadas de lucha feminista algo hemos avanzado pero tenemos que seguir en las calles luchando, porque la violencia machista no es una cifra de mujeres asesinadas ni ocurre sólo en una relación de pareja, es algo estructural.

Hoy, martes 25 de Noviembre y todos los días nos toca defender esas
conquistas y seguir luchando. ¡Ni un paso atrás!
Por todo ello convocamos el próximo martes 25 de Noviembre:

  • 17:00H Acto sobre “Micromachismos: el germen de la violencia de género” en la facultad de Filosofía y Letras (Cádiz).
  • 19:30H Concentración de la Marea Violeta – Cádiz en la Plaza del Palillero a las 19:30h por el cese de la violencia contra la mujer.
¡NI VÍCTIMAS, NI SUMISAS,
MUJERES COMBATIVAS!

ACTA REUNIÓN DE MAREA VIOLETA. 4 DE NOVIEMBRE DE 2014



Asistentes: Asociación de Estudiantes Contra la Precariedad (AECP), Asamblea Feminista de Cádiz, Podemos, Izquierda Anticapitalista, Izquierda Unida, Unión de Juventudes Comunistas (UJCE). Además participan Jose Antonio y Edu a título individual.

Orden del día

  1. Lectura del acta anterior
  2. 25-N
  3. Varios
  1. Se hace lectura del acta anterior haciendo especial énfasis en lo referente a las propuestas del 25-N
  2. Se informa sobre las “acciones oficiales” que están convocadas para ese día, que son:
  • Mesas informativas en el Mercado de Abastos por la mañana (hora por confirmar)
  • Manifestación a las 18:00h que saldrá y terminará en la plaza del Palillero.


Se acuerda realizar por parte de la Marea Violeta las siguientes acciones:

  • Colocar panfletos de la propia Marea Violeta el 25-N por la mañana en la mesa informativa que habrá en la Plaza de Abastos
  • Realizar un taller sobre micromachismos, como germen de la violencia de género, el 25-N a las 17:00h en la Facultad de Filosofía y Letras.
  • Convocar una concentración a las 19:30h en el Palillero para desmarcarnos de la convocatoria institucional, donde acuden cargos públicos de PPSOE con quienes no vemos coherente compartir movilización y donde además, se hace una denuncia de la violencia de género reducida al maltrato físico. La idea es intentar llegar y/o enganchar a las mujeres de las asociaciones que participen en ella y hacer que participen también en nuestra concentración, con un concepto mucho más amplio de la violencia de género.
Reparto de tareas:
  • Rocío (Asamblea Feminista) se encarga de preparar el taller y ponerse en contacto con María (AECP) para una posible exposición conjunta.
  • La AECP se encarga de reservar el aula en la Facultad.
  • El lema de la jornada de lucha será “Ni víctimas, ni sumisas, mujeres combativas”
  • Juanca (UJCE) se encarga de diseñar el cartel (se enviará por la lista de correos antes del 15 de noviembre). Se distribuirá por las redes sociales. Se propone el miércoles 19 a las 20:00h (en Palillero) como día para hacer una pegada por la ciudad. Imprimirán carteles: IU, USTEA (se le consulta) y Podemos.
  • Rocío (IU) se encarga de mandar la convocatoria a los medios de comunicación.
  1. Varios:
  • Edu informa sobre la semana de lucha que se está trabajando desde la plataforma del 22M en Cádiz. Esta será del 22 al 29 de noviembre. La idea es unificar todas las luchas sectoriales y temáticas de la ciudad y, en este sentido, nos proponen asumir e impulsar la movilización del 25. Las Marchas por la Dignidad se suman, difundirán y participarán. Nos informarán de las demás convocatorias y nos animan a participar en las reuniones preparatorias (los lunes a las 18:00h en Sindicatos).
  • Se informa sobre algunos problemas con los correos electrónicos. Comprobar y/o añadir algunos correos a la lista


lunes, 3 de noviembre de 2014

PRÓXIMA TERTULIA LITERARIA FEMINISTA: TEORÍA KING KONG. VIERNES 7 DE NOVIEMBRE



 
 Os dejamos los extractos que discutiremos en nuestra tertulia: 
 
EXTRACTOS PARA COMENTAR DE TEORÍA KING KONG


CAPÍTULO 1. TENIENTAS CORRUPTAS.
Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las mal folladas, las infollables, las histéricas, las taradas, todas las excluidas del gran mercado de la buena chica. Y empiezo por aquí para que las cosas queden claras: no me disculpo de nada, ni vengo a quejarme. No cambiaría mi lugar por ningún otro, porque ser Virginie Despentes me parece un asunto más interesante que ningún otro.

Me parece formidable que haya también mujeres a las que les guste seducir, que sepan seducir, y otras que sepan casarse, que haya mujeres que huelan a sexo y otras a la merienda de los niños que salen del colegio. Formidable que las haya muy dulces, otras contentas en su feminidad, que las haya jóvenes, muy guapas, otras coquetas y radiantes. Francamente, me alegro por todas a las que les convienen las cosas tal y como son. Lo digo sin la menor ironía. Simplemente, yo no formo parte de ellas. Seguramente yo no escribiría lo que escribo si fuera guapa, tan guapa como para cambiar la actitud de todos los hombres con los que me cruzo. Yo hablo como proletaria de la feminidad: desde aquí hablé hasta ahora y desde aquí vuelvo a empezar hoy. Cuando estaba en el paro no sentía vergüenza alguna de ser una paria, sólo rabia. Siento lo mismo como mujer: no siento ninguna vergüenza de no ser una tía buena. Sin embargo, como chica por la que los hombres se interesan poco estoy rabiosa, mientras todos me explican que ni siquiera debería estar ahí. Pero siempre hemos existido. Aunque nunca se habla de nosotras en las novelas de hombres, que sólo imaginan mujeres con las que querrían acostarse. Siempre hemos existido, pero nunca hemos hablado. Incluso hoy que las mujeres publican muchas novelas, raramente encontramos personajes femeninos cuyo aspecto físico sea desagradable o mediocre, incapaces de amar a los hombres o de ser amadas. Por el contrario, a las heroínas de la literatura contemporánea les gustan los hombres, los encuentran fácilmente, se acuestan con ellos en dos capítulos, se corren en cuatro líneas y a todas les gusta el sexo. La figura de la pringada de la feminidad me resulta más que simpática: es esencial. Del mismo modo que la figura del perdedor social, económico o político.

(…) Porque el ideal de la mujer blanca, seductora pero no puta, bien casada pero no a la sombra, que trabaja pero sin demasiado éxito para no aplastar a su hombre, delgada pero no obsesionada con la alimentación, que parece indefinidamente joven pero sin dejarse desfigurar por la cirugía estética, madre realizada pero no desbordada... nunca me la he encontrado en ningún sitio. Es probable que incluso no exista.


CAPÍTULO 2.¿TE DOY O ME DAS POR CULO?

Las mujeres ganaríamos pensando mejor en las ventajas del acceso de los hombres a una paternidad activa, más que aprovecharse del poder que les confiere políticamente la exaltación del instinto maternal. La mirada del padre sobre el niño constituye una revolución en potencia. Los padres pueden hacer saber a sus hijas que ellas tienen una existencia propia, fuera del mercado de la seducción, que poseen fuerza física, espíritu emprendedor e independiente, y pueden valorarlas por esta fuerza sin miedo a un castigo inmanente. Pueden hacer saber a sus hijos que la tradición machista es una trampa, una restricción severa de las emociones al servicio del ejército y el Estado.

Porque la virilidad tradicional es una maquinaria tan mutiladora como lo es la asignación a la feminidad. ¿Qué es lo que exige ser un hombre, un hombre de verdad? Reprimir sus emociones. Acallar su sensibilidad. Avergonzarse de su delicadeza, de su vulnerabilidad. Abandonar la infancia brutal y definitivamente. Estar angustiado por el tamaño de la polla. Saber hacer gozar sexualmente a una mujer sin que ella sepa o quiera indicarle cómo. No mostrar debilidad. Amordazar la sensualidad. Vestirse con colores discretos, llevar siempre los mismos zapatos de patán, no jugar con el pelo, no llevar muchas joyas y nada de maquillaje. Tener que dar el primer paso, siempre. No tener ninguna cultura sexual para mejorar sus orgasmos. No saber pedir ayuda. Tener que ser valiente, incluso si no se tienen ganas. Valorar la fuerza sea cual sea tu carácter. Mostrar la agresividad. Tener un acceso restringido a la paternidad. Tener éxito socialmente para poder pagarse las mejores mujeres. (...) Privarse de su feminidad, del mismo modo que las mujeres se privan de su virilidad, no en función de las necesidades de una situación sino en función de lo que exige el cuerpo colectivo. (…) Si no avanzamos hacia ese lugar desconocido que es la revolución de los géneros,
sabemos exactamente hacia donde regresamos (…) El capitalismo es una región igualitarista puesto que nos somete a todos y nos lleva a todos a sentirnos atrapados, como lo están las mujeres”.


CAPÍTULO 3. NO SE PUEDE VIOLAR A UNA MUJER TAN VICIOSA.

Esta proximidad quedará entre las cosas imborrables: cuerpos de hombres en un lugar confinado en el que estamos encerradas, con ellos, pero sin ser como ellos. Nunca iguales, nuestros cuerpos de mujer. Nunca seguras, nunca como ellos. Somos el sexo del miedo, de la humillación, el sexo extranjero. Su virilidad, su famosa solidaridad masculina, se construye a partir de esta exclusión de nuestros cuerpos, se teje en esos momentos. Es un pacto que reposa sobre nuestra inferioridad. Sus risas de tíos, entre ellos, la risa de los más fuertes, de los más numerosos.

Mientras ocurre ellos hacen como si no supieran exactamente qué está pasando. Como llevamos minifalda, como tenemos una el pelo verde y la otra naranja, sin duda, «follamos como perras», así que la violación que se está cometiendo no es tal cosa. Como en la mayoría de las violaciones, imagino. Imagino que, después, ninguno de esos tres tipos se identifica como violador. Puesto que lo que han hecho es otra cosa. Tres con un fusil contra dos chicas a las que han pegado hasta hacerles sangrar: no es una violación. La prueba: si verdaderamente hubiéramos querido que no nos violaran, habríamos preferido morir, o habríamos conseguido matarlos. Desde el punto de vista de los agresores, se las arreglan para creer que si ellas sobreviven es que la cosa no les disgustaba tanto. Es la única explicación que he encontrado a esta paradoja (…) En nuestra cultura, desde la Biblia y la historia de José en Egipto, la palabra de la mujer que acusa al hombre de haberla violado es una palabra que ponemos inmediatamente en duda. He aquí un hecho aglutinador, que conecta a todas las clases sociales, todas las generaciones, todos los cuerpos y todos los caracteres. Pero, ¿cómo explicar que nunca oigamos al adversario: «fulanito ha violado a fulanita, en tales circunstancias»? Porque los hombres siguen haciendo lo que las mujeres han aprendido a hacer durante siglos: llamarlo de otro modo, adornarlo, darle la vuelta, sobre todo no llamarlo nunca por su nombre, no utilizar nunca la palabra para describir lo que han hecho. Se «han pasado un poco», ella estaba «un poco borracha» o bien era una ninfómana que hacía como si no quisiera: pero si ha ocurrido es que, en realidad, la chica consentía. Que haga falta pegarla, amenazarla, agarrarla entre varios para obligarla y que llore antes, después y durante, eso no cambia nada; en la mayoría de los casos, el violador se las arregla con su conciencia: no ha sido una violación, era una puta que no se asume y a la que él ha sabido convencer. A menos que ese no sea un peso demasiado difícil de soportar, también del lado de ellos. Pero no sabemos nada, ellos no dicen nada.

Sólo se identifica en prisión a los psicópatas graves, los violadores en serie que recortan coños con cascos de botella, o a los pedófilos que atacan a las niñas. Porque los hombres, claro está, condenan la violación. Lo que ellos practican, eso es otra cosa. (…)

Por primera vez, alguien valoraba la capacidad de recuperarse de una violación, más que de largar un florilegio de traumas de forma condescendiente. Desvalorización de la violación, de su alcance, de su resonancia. Eso no anulaba nada de lo que había pasado ni borraba nada de lo que habíamos aprendido aquella noche.

Camille Paglia es, sin duda, la más controvertida de todas las feministas americanas. Propone pensar la violación como un riesgo inevitable, inherente a nuestra condición femenina. Una libertad increíble de des-dramatización. Sí, habíamos salido afuera, a un espacio que no era el nuestro. Sí, habíamos sobrevivido en lugar de haber muerto. Sí, estábamos en minifalda solas sin un tío que nos acompañara de noche, sí, habíamos sido idiotas, y débiles como las niñas aprenden a serlo cuando las agreden. Sí, eso nos había ocurrido a nosotras, pero por primera vez comprendíamos lo que habíamos hecho; habíamos salido de casa, porque en casa de papá y mamá no pasaba nada interesante. Habíamos corrido el riesgo, habíamos pagado el precio, y más que sentir vergüenza por estar vivas podíamos decidir levantarnos y recuperarnos lo mejor posible. Paglia nos permitía imaginarnos como guerrilleras, no tanto responsables personalmente de algo que nos habíamos buscado, sino víctimas ordinarias de algo que podíamos esperar cuando se es mujer y se quiere correr el riesgo de salir al exterior. Ella era la primera que había sacado la violación del horror absoluto, de lo no dicho, de lo que no debe ocurrir nunca. Ella hacía de la violación una circunstancia política, algo que debíamos aprender a encajar. Paglia cambiaba todo: ya no se trataba de negar, ni de morir, se trataba de vivir con.
(…)

Nos explicaron: “porque el mundo es peligroso; corréis el riesgo de ser violadas”. Respondimos: “entonces dadnos el derecho de correr el riesgo de ser violadas”»

He aquí algunas de las reacciones que la narración de mi historia ha suscitado: «¿Y tú has hecho dedo después?» Porque yo contaba que no se lo había dicho a mis padres, por miedo a que me encerraran en una caja fuerte por mi bien. Porque evidentemente había vuelto a hacer dedo. Menos contenta, menos efusiva, pero lo he vuelto a hacer. Hasta que otros punkis me dieron la idea de viajar en tren a golpe de multa no conocía otra manera de ir a un concierto en Toulouse el jueves y a otro el sábado en Lille. Y en esa época, ir a un concierto era más importante que cualquier otra cosa. Justificaba cualquier riesgo. Nada podía ser peor que quedarme en mi habitación, lejos de la vida, cuando ocurrían tantas cosas fuera. Así que seguí yendo a ciudades en las que no conocía a nadie, seguí esperando que las estaciones de tren cerrasen para poder pasar la noche dentro, seguí durmiendo en las entradas de los edificios esperando un tren para el día siguiente. Haciendo como si yo no fuera una chica. Y si nunca me han violado después, he corrido no obstante ese riesgo cientos de veces, simplemente por rondar por la calle. Lo que viví en esa época, a esa edad, fue irremplazable, mucho más intenso que encerrarme en el colegio y aprender la docilidad, o quedarme en casa a hojear revistas. Esos fueron los mejores años de mi vida, los más ricos y bulliciosos, y todas las mierdas que vinieron con ellos, yo encontré la manera de vivirlas. (…)

Durante la violación, llevaba en el bolsillo de mi cazadora Teddy roja una navaja, mango negro brillante, mecánica impecable, cuchilla fina pero larga, afilada, perfecta, radiante. Una navaja que yo sacaba con bastante facilidad en esa época globalmente confusa. Me había acostumbrado a ella; a mi manera, había aprendido a usarla. Esa noche, la navaja se quedó escondida en mi bolsillo y la única idea que me vino a la cabeza fue: sobre todo que no la encuentren, que no decidan jugar con ella. Ni siquiera pensé en utilizarla. Desde el momento en que comprendí lo que nos estaba ocurriendo, me convencí de que ellos eran los más fuertes. Una cuestión mental. Luego me he dado cuenta de que mi reacción habría sido diferente si hubieran intentado robarnos las cazadoras. Yo no era temeraria, pero sí bastante inconsciente. En ese momento preciso me sentí mujer, suciamente mujer, como nunca me había sentido antes y como nunca he vuelto a sentirme después. No podía hacer daño a un hombre para salvar mi pellejo. Creo que habría reaccionado de la misma manera si hubiera habido un único chico contra mí misma. Era el proyecto mismo de la violación lo que hacía de mí una mujer, alguien esencialmente vulnerable. Se domestica a las niñas para que nunca hagan daño a los hombres, y las mujeres las llaman al orden cada vez que se saltan esa regla. A nadie le gusta saber hasta qué punto es un cobarde. Nadie quiere sentirlo en su propia piel. No estoy furiosa contra mí por no haberme atrevido a matar a uno de ellos. Estoy furiosa contra una sociedad que me ha educado sin enseñarme nunca a golpear a un hombre si me abre las piernas a la fuerza, mientras que esa misma sociedad me ha inculcado la idea de que la violación es un crimen horrible del que no debería reponerme. Sobre todo, me da rabia que frente a tres hombres, una escopeta y atrapadas en un bosque del que no podíamos escapar corriendo, hoy todavía me sienta culpable de no haber tenido el coraje de defendernos con una pequeña navaja. (…)

En Las metamorfosis de Ovidio parece que los dioses pasan el tiempo queriendo tirarse a mujeres que no están de acuerdo, consiguiendo lo que quieren por la fuerza. Fácil, para los que son dioses. Y cuando se quedan embarazadas, encima las mujeres de los dioses se vengan de ellas. La condición femenina, su alfabeto. Siempre culpables de lo que nos hacen. Criaturas a las que se responsabiliza del deseo que ellas suscitan. La violación es un programa político preciso: esqueleto del capitalismo, es la representación cruda y directa del ejercicio del poder. Designa un dominante y organiza las leyes del juego para permitirle ejercer su poder sin restricción alguna. Robar, arrancar, engañar, imponer, que su voluntad se ejerza sin obstáculos y que goce de su brutalidad, sin que su contrincante pueda manifestar resistencia. Correrse de placer al anular al otro, al exterminar su palabra, su voluntad, su integridad. La violación es la guerra civil, la organización política a través de la cual un sexo declara al otro: yo tomo todos los derechos sobre ti, te fuerzo a sentirte inferior, culpable y degradada. (…) La violación sirve como medio para afirmar esta constatación: el deseo del hombre es más fuerte que él, no puede dominarlo. Oímos todavía decir «gracias a las putas, hay menos violaciones», como si los varones no pudieran contenerse y tuvieran que descargarse en alguna parte. Creencia política construida y no evidencia natural —pulsional— como nos quieren hacer creer. Si la testosterona hiciera de ellos animales de pulsiones indomables, entonces matarían tan fácilmente como violan. Y éste no es el caso. Los discursos sobre la cuestión de la masculinidad están esmaltados con residuos de oscurantismo. La violación, el acto condenado del que no se debe hablar, sintetiza un conjunto de creencias fundamentales sobre la virilidad.


Capítulo7. Buena suerte, chicas.

El feminismo es una revolución, no un reordenamiento de consignas de marketing, ni una ola de promoción de la felación o del intercambio de parejas, ni tampoco una cuestión de aumentar el segundo sueldo. El feminismo es una aventura colectiva, para las mujeres pero también para los hombres y para todos los demás. Una revolución que ya ha comenzado. Una visión del mundo, una opción. No se trata de oponer las pequeñas ventajas de las mujeres a los pequeños derechos adquiridos de los hombres, sino de dinamitarlo todo. Y dicho esto, buena suerte chicas y mejor viaje...