Desde la Asamblea
Feminista de Cádiz queremos mostrar todo nuestro apoyo a las treinta
personas desalojadas de la Corrala Utopía en la mañana del domingo
6 de abril. Del mismo modo, queremos visibilizar nuestra indignación
por la amenaza de desalojo de Mila Arzúa, mujer gaditana y luchadora
que se encuentra ocupando una vivienda en la Calle Marinero en Tierra
de Cádiz desde hace casi dos años. El derecho a una vivienda digna
debe preservarse y garantizarse, por encima de otros intereses, y nos
parece increíble que tantas y tantas personas se vean en la calle
por no haber podido afrontar los pagos de un alquiler o de una hipoteca.
El problema de la
vivienda es realmente acuciante en nuestro país, donde se realizaron
67.000 desahucios el pasado año a pesar de haber entre cerca de
800.000 y 1.000.000 de viviendas vacías. En la ciudad de Cádiz un
grupo de personas venimos organizándonos desde el martes pasado, día
en que hubo un fallido intento de desahucio de Milagros Arzúa y de
sus tres hijos, para que no la echen
de su casa. Entre las muchas razones que venimos escuchando por parte
del ayuntamiento para justificar el desalojo, una de ellas es que
Milagros ocupa el lugar 1967 en la lista de adjudicatari@s de
vivienda de la empresa gestora PROCASA y por tanto debe esperar a que
le llegue su turno. Lo que nos parece una vergüenza es que exista
dicha lista... y que un caso tan urgente y desesperado como el de
Mila tenga que esperar. Y animamos a esas 1966 personas que la
anteceden a que también salgan a la calle a visibilizar su problema;
solo unid@s conseguiremos denunciar la
situación real de l@s
habitantes de Cádiz, y desmontar el mito de los brotes verdes que
tanto les gusta mencionar a los políticos.
Milagros Arzúa ha sido
invitada a distintos programas televisivos para dar a conocer mejor
su caso; y tanto en el programa de Espejo Público como en el de Ana
Rosa le han espetado preguntas tipo: “¿y cómo es que tienes
tantos hijos?” o “¿por qué no vas a vivir a casa de tu padre?”,
preguntas que nos llenan de rabia. En primer lugar, porque estamos
seguras de que si fuera un hombre no le habrían hecho este tipo de
interpelaciones, pero además porque ella no está pidiéndole a
nadie que alimenten a sus hijos/as, simplemente exige su derecho a
tener una vivienda digna. Nos parece realmente hipócrita esta
sociedad en la que, por una parte, siguen existiendo deficiencias en
la formación afectivo-sexual, ni hay una buena formación sexual en
las escuelas, ni la nueva ley de educación, la LOMCE, va a hacer
nada para mejorar la situación -bien al contrario, se otorga más
valor a la asignatura de Religión y se da manga ancha al concierto
de centros religiosos, cuya visión de la sexualidad es bastante
cuestionable-. Pero además cada vez existen más problemas para
realizar una intervención voluntaria del embarazo; la reforma de la
ley del aborto del PP -que parece que se aprobará en el mes de junio
de 2014- obligará a la mujer a siete días de reflexión antes de
que se realice el aborto, días en los que se le dará “información”
sobre todas las ayudas que podrá recibir la madre para poder criar a
sus hijos y que así se piense dos veces si seguir adelante con su
decisión. Y nosotras nos preguntamos ¿dónde están todas esas
ayudas cuando estás a punto de verte de patitas en la calle, como es
el caso de Mila? Los mismos que dan lecciones de moral hablando del
derecho a la vida del no nacido, se echan las manos a la cabeza
cuando ven a un grupo de personas movilizarse contra un desalojo.
El ayuntamiento de
Cádiz celebra cada año el 25 de noviembre, día contra la violencia
de Género, a través de un escrito en su página web o una
concentración en la calle, y de la misma manera suele actuar cuando
asesinan a una mujer. Parece que actuar contra la violencia de género
está bastante extendido, y también se celebra en colegios e
institutos, así como en organismos públicos. Sin embargo, desde la
Asamblea Feminista nos cuestionamos dónde se ponen los límites de
la violencia, ¿acaso no consideran violencia estar en casa esperando
en que cualquier momento pueda aparecer la policía y expulsarte de
la misma? La situación de inestabilidad de Mila, y de tantas otras
personas que se han visto en la calle por no poder pagar su hipoteca,
su alquiler o por problemas familiares que les han empujado a dejar
su domicilio, es desesperante, hasta el punto que muchas de ellas
acaban por suicidarse para no tener que soportar más esa situación.
Y no es casualidad que la mayoría de ellas sean mujeres, que salen
huyendo de relaciones complicadas, con sus hijos y con un miedo
tremendo a que los Servicios Sociales se los quiten por no poder
mantenerlos.
El contexto social en
el que vivimos, en el que es casi imposible encontrar un trabajo con
el que poder salir adelante, es asfixiante, y estas mujeres no
solamente tienen que aguantar la angustia por no saber si tendrán un
techo bajo el que dormir esta noche o qué dar a tus hijos de comer
ese día, sino que su situación se agrava al tener que aguantar las
miradas reprobatorias de l@s
vecin@s
que cuestionan sus relaciones con su padre o hermanos, las preguntas
de una presentadora de televisión, que buscando la mayor audiencia,
actúa de forma paternalista y hace preguntas trampa para cuestionar
cómo han organizado su vida, culpándolas de forma indirecta
de la situación en la que se encuentran.
No queremos discursos
moralistas ni paternalistas, lo que estamos pidiendo es el derecho a una vivienda digna para todos y todas,
que las personas pasen a un primer plano en las preocupaciones de l@s
polític@s, que dejen de rescatarse bancos o autopistas y se emplee
ese dinero público en garantizar una vivienda a toda la
gente que se están viendo en la calle. Por todos ellos, por todas
ellas, seguiremos movilizándonos.
NI CASAS
SIN GENTE, NI GENTE SIN CASAS. ¡¡LA MILA NO SE VA!!
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